Ronald Chervin, director del Centro de Trastornos del Sueño de la Universidad de Michigan, explicó a Time que eventos estresantes, como la pérdida de un empleo o la muerte de un ser querido, pueden alterar los patrones de sueño. En estos casos, la preocupación genera insomnio, y si esto se repite con frecuencia, el cerebro asocia la cama con el estado de alerta en lugar del sueño. Este fenómeno es conocido como insomnio psicofisiológico y tiende a perpetuarse con el tiempo.
Lisa Strauss, psicóloga especialista en trastornos del sueño, de la Universidad de Massachusetts, presentó a Washington Post otra explicación basada en la activación repentina de la alerta cuando alguien se mueve del sillón a la cama. Al levantarse y caminar hacia la habitación, el cuerpo y la mente se activan, lo que interrumpe la somnolencia que se había acumulado. Recuperar esa sensación de sueño puede llevar entre 10 y 20 minutos, que es el tiempo promedio que toma dormirse en condiciones ideales de oscuridad y calma.
Ventos estresantes como la pérdida de un empleo pueden alterar el patrón de sueño. El insomnio generado por preocupaciones recurrentes puede hacer que el cerebro asocie la cama con el estado de alerta. Terapias como la CBT-I pueden ayudar a romper este vínculo Los especialistas en medicina del sueño han identificado estrategias para revertir este problema. La terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I, por sus siglas en inglés) es una de las soluciones más efectivas. Esta busca reentrenar al cerebro para que vuelva a asociar la cama con el sueño.
Ronald Chervin explicó a Times que uno de los principales consejos de esta terapia es usar la cama solo para dormir, evitando actividades como mirar televisión, leer o usar el teléfono. Además, si una persona no logra dormirse en 20 minutos, se recomienda levantarse y hacer algo relajante hasta que vuelva a sentir sueño.
Otra recomendación es establecer una rutina de sueño constante. Gehrman señaló en Time que quienes intentan acostarse antes de que su cuerpo esté listo para dormir pueden experimentar un “segundo aire” que los mantiene despiertos.
Evitar la luz brillante antes de dormir y mantener un horario fijo de despertar, incluso los fines de semana, puede ayudar a regular el ritmo circadiano y hacer que el sueño llegue con mayor facilidad en la cama.
Despertarse en el sillón y no poder dormir en la cama tiene una explicación científica. El simple acto de moverse al dormitorio puede reactivar la alerta mental, interrumpiendo la somnolencia previa Lisa Strauss mencionó a Washington Post la importancia de evitar el “ansia de dormir”, una especie de ansiedad por dormirse rápido que paradójicamente dificulta el descanso. Esta presión por conciliar el sueño genera frustración y estrés, lo que agrava el problema. El medio sugiere encontrar algo relajante en qué concentrarse, como escuchar un audiolibro o pensar en una lista de palabras que empiecen con una letra específica.